lunes, 30 de marzo de 2009



LA CHAQUETA METÁLICA

Kubrick ya había relatado los horrores de la guerra en su celebrada "Senderos de gloria", pero con la chaqueta metálica, todo este relato antibelicista, adquiere otro contexto, que aunque parecido, se antoja más descorazonador. Si en senderos de gloria se ahondaba en las injusticias de la guerra, probocadas por las exigencias estúpidas y párvulas de un general fuera de sus cabales, en la chaqueta metálica se intenta mostrar un retrato de los perjuicios de la sociedad asociados a la guerra. En esta película se centra más en las personas que en el hecho político que haya detras de cualquier guerra.

En la primera parte de la película, magistral, sin parangón alguno en la historia del cine, hace ver como la voluntad personal adquiere tintes inexistentes o de presencia irrisoria bajo el ferreo dictamen del sargento Hartman, Lee Ermey que está genial en su papel, ningún militar me ha puesto los pelos erizados y la piel de gallina como este señor.

El lenguaje y la caracterización de este personaje rozan la perfección, a mi modo de ver. Sin perder este sentido del humor, las arengas del sargento Hartman a sus soldados son antológicas y denigrantes para los que las reciben.




Es cierto que Stanley Kubrick tiene fama de ser muy vehemente, difícil de trato, que se ha llevado bien con pocos actores, que es extremadamente exigente y tiene un celo exacerbado de su trabajo y su arte. Pero creo que eso es justo lo que se necesita en esta película para dirigir a estos actores dentro de esas truculentas y espesas lagunas mentales. Su labor con Vicent O´dorfio, ha sido un autentico trabajo de orfebre, lo mismo que el actor ha hecho un arduo trabajo para mimetizar la paranoia que va invadiendo la personalidad del recluta patoso y sus posteriores consecuencias.


En cuanto a la eterna polémica que lastra esta obra maestra, yo ni quito ni pongo. Es decir, la gente se queda con la primera parte que es más efectista, más truculenta, con más miga. Yo siempre he pensado que forma un conjunto, si bien es cierto que la primera parte tiene una aurea especial que la hace espectacualar, que te deja sin aliento, no es más que un preámbulo para escenificar la segunda parte de la obra. La segunda parte es más intuitiva, la violencia está también explícita aunque de alguna manera se nos presenta más sutilmente, de manera menos directa y por lo tanto pierde ese impacto que te deja clavado en el asiento.

Veo la primera parte más psicologica en el sentido antropológico y la segunda parte, una psicología orientada a la empatía en determinadas situaciones cruentas que contiene la guerra. Lo que nunca compartiré es la idea de que la senguda parte es menos violenta.

Así como la película es el reflejo de una época combulsa, la banda sonora también es representativa de este periodo con los mayores éxitos de los 60 y los 70.





"El mundo es una puta mierda, sí. Pero estoy vivo y no tengo miedo".


ULR: http://www.youtube.com/watch?v=-kYjNYMGE-0

sábado, 14 de marzo de 2009


LA EDAD DE LA INOCENCIA


Scorsese, es el pintor de los sentimientos en el cine de los últimos 30 años. Nadie como él se ha habituado a filmar nuestra angustia, miedos, soledad, pecados inconfesables, etcétera.
Normalmente utiliza como lienzo la sociedad neoyorkina, pero a lo largo de estas tres décadas, el mundo entero se ha convertido en neoyorquino, de algún modo, nos hemos homogenizado y estandarizado en el modelo norteamericano. Por eso, nos cautiva el cine de Scorsese, nos identificamos todos en un icono y el icono se convierte en estándar.
Lo curioso es que esta película combate precisamente el anquilosamiento de la sociedad y del individuo, las convenciones sociales, la hipocresía, la doble moral, la penalización del libre albedrío. Lo hace de una manera elegante, con fina ironía, con un lenguaje que se saborea ya diluido en cada plano, se van pasando las secuencias como las páginas de la novela de Edith Wharton, de la cual ha sido adaptada.
Es curioso que Martin Scorsese, haya optado por este proyecto que no me pega mucho con su “canon”, pero me alegro que nos regalase una película diferente. Amante de la cruda realidad y de la violencia en su estado puro, ha manejado con los tapujos requeridos para la ocasión, esta historia de violencia que subyace sobre los mismos cimientos de la sociedad y su complejo entramado de relaciones interpersonales.
Es obvio que aquí no hay cuchillos ni pistolas con un cañón más grande que mi brazo, pero... las miradas son tan afiladas que cortan y las insinuaciones pueden ser más destructivas que una escopeta recortada.
Daniel D. Lewis, fabuloso en el papel de Newland Archer, un hombre que se debate entre el amor verdadero y los rígidos códigos del ambiente en que fue criado. Es un poco ingenuo e incapaz de tomar decisiones maduras, se deja llevar por la hoguera de las pasiones a la que le arrastra la condesa Olenska.
La puesta en escena es portentosa y los movimientos de cámara, algo fuera de serie, sobre todo en la escena en la que Archer entra en el baile anual de una de las familias más potente y con más pompa del Nueva York de la época.
Se muy bien que a Scorsese se le encasilla en determinados temas como la violencia, la noche, la mafia… Pero también tiene películas como esta o Alicia ya no vive aquí, La última tentación de cristo, El rey de la comedia, New York New York, etcétera.