martes, 23 de febrero de 2010

CANDILEJAS


Quizás una última oportunidad de redención para un artista, sin duda uno de los más grandes, y como no podía ser de otra forma maltratado como la mayoría. En la persona de Chaplin, más si cabe porque había llegado a ser un Dios de hollywood, o si no, poco le faltó para que lo subiesen a los altares del celuloide. La maldita caza de brujas también tuvo que ir a por él, como símbolo que había de caer. La lista negra era muy grande pero Charles Chaplin resultaba una pieza codiciada y ejemplarizante.
Hubo ciertos aspectos que no le ayudaron en nada, como por ejemplo, ser un emigrante inglés, nacido en el barrio londinense de East street. Era hijo de artistas de music-hall. Su padre, alcohólico, murió cuando apenas chaplin contaba con 12 años. Se fue con su madre que fue mermando paulatinamente su salud hasta padecer de esquizofrenia. Para colmo, la madre de Chaplin era de etnia gitana “Romanichel”, procedente de Romanía, y probablemente su padre también si tenemos enguanta la endogamia de esos colectivos. Digamos que era carne de cañon para la prensa pro McArthur, de hecho, se ensañaron con él al insinuar primero y acusarlo después de que, vamos, le gustaban los niños con sal o sin sal. Ya me entendéis, que no sólo acusan a Michael Jackson.


Así las cosas, Chaplin atravesó en esos momentos, quizás, los días más duros de su carrera e incluso de su vida, porque los ataques de la prensa no estaban del todo injustificados. Se sabía de siempre que Chaplin fue un mujeriego, de hecho se casó no una, ni dos, ni tres, sino cuatro veces, y generalmente con cónyuges mucho más jóvenes que él. Alguna de ellas se hizo estrella con él, con la consecuente coletilla de pensar que le pagaban los favores con sexo, o el caso de su última mujer Oona Chaplin, a la que le llevaba 36 años, madre de Geraldine Chaplin, también actriz.
Con todo esto quería decir que estaba metido en un buen jaleo y fue invitado a marcharse de Estados Unidos no de muy buena gana. Y entre todo este follón quería volver a hacer una película de denuncia social. El hombre se enamoraría de una joven Claire Bloom, que apenas contaba con 18 años y la hizo protagonista de Candilejas. De esta forma se disponía a matar dos pájaros de un tiro, por una parte dejaba clara su impronta delante de sus detractores y por otra pretendía dejar su legado artístico.
Para mí, sin lugar a dudas es la película más autobiográfica que he visto nunca. Trata de la vida de un cómico que siempre se las ha ingeniado para hacernos reir, pero que ahora está en horas bajas. Solo actúa en bolos de segunda, y eso, porque la gente le tiene verdadera lástima recordando lo grande que había sido. Incluso él mismo comprende esto y se da a la bebida. Pero justo en el peor momento conoce a una joven artista que le da cautiva y a la que ayuda a tener esperanza y posibilidades en su futuro y su talento, cosa que el ya había perdido ya hace tiempo.


Otro de los aciertos a seguir, a mi modo de ver, es la inclusión en la película de Búster Keaton, el otro gran titán del cine de humor. Es un gesto muy significativo y cargado de nostalgia emotiva. Por varias razones, en el fondo, Chaplin y Keaton siempre se llevaron bien, no sé porqué, es de esas cosas raras, que ocurren de vez en cuando en la vida. Es cierto que pese a la primera época de rivalidad taquillera, luego sus vidas se fueron cruzando en los abruptos abismos de la vida, pero curiosamente cuando uno estaba arriba, otro estaba abajo, con lo que no había razón para la suspicacia. Cuando Chaplin aceptó generosamente contratar a Keaton, este, estaba acabado y necesitaba el trabajo realmente para sobrevivir. Mientras que chaplin estaba en la cumbre incluso con el cine sonoro, como por ejemplo “The great dictador” (el gran dictador), Keaton no fue capaz de adaptar su humor a las nuevas claves cinematográficas y malvivía representando sus gags en locales inferiores, salas de teatro y demás. Esporádicamente salía en alguna película, pero de soslayo y haciendo de poco más que de figurante con frase. En “El crepúsculo de los Dioses” de Billy Wilder, aparece hechado una partida de cartas con Norma Desmon interpretada por Gloria Swanson, en lo que parecía una partida de viejas glorias ociosas y acabadas dedicandose a hacer cosas propias de unos jubilados como en realidad eran, lo eran para el cine. Eso es durísimo, y en eso radica la genialidad de su director, Cecill B. de Mille. También aparece en “la vuelta al mundo en 80 días” pero en calidad de revisor de un tren atacado por los índios. Para llegar a ese punto, Keaton debió pasarlo realmente mal. Chaplin sabía de esta situación y le dio el papel, para que en cierta manera se reviindicara como artista y no una estrella caida en desgracia por la cual nadie paga un duro y solo tiene caché para realizar apariciones como extra de lujo  Curiosamente, candilejas fue un punto de inflexión en la vida de ambos puesto que ha supuesto un relanzamiento de la carrera de Keaton, o al menos le ofreción la posibilidad de ir encadenando trabajos posteriores, y fue el comienzo del fín de Chaplin. En esta película se notó la buena relación entre ambos, parece una de esas historias tiernas, pese a que comenzaron con unas rivalidades terribles en su juventud, han sabido comprenderse y admirarse como artistas. Chaplin creía que emprendía su último viaje, que le cerrarían las puertas del cine y quiso contar con un viejo camarada que atravesaba por la misma situación o peor. Chaplin sabía que debía dar esta oportunidad a Keaton para que también él limpiase su nombre.


Pese a esto, los dos tenían un ego desorbitado, prueba de ello es que Chaplin recortó en montaje una escena de su compañero, porque llegaba a eclipsarle en pantalla. Los dos hacían reir con estilos distintos y la verdad es que a mi me gustan por igual, aunque claro, uno no puede ser fan de los dos, siempre se hay que decantar por uno. Yo diría que si me tengo que decantar por artísta, me decanto por Chaplin, pero si me tengo que decantar por humorista, lo haría por Keaton. Ha sido capaz de generar un humor más fino, no tan caricaturizado como Chaplin.
Algo que nunca le será perdonado a Chaplin es que pese a que recortó en montaje parte del trabajo se Keaton, bien sea por necesidades de guión o por un ego superlativo, porque amigos eran, pero la vaca por lo que vale, no tuvo el detalle de poner en letras grandes en los títulos de crédito a Buster Keaton, lo ha puesto en also starring, que viene siendo un rol secundario. Es verdad que era un rol secundario, pero era una oportunidad única en la que aparecería con su amigo en la gran pantalla, y quien sabe si por última vez.
Después de todo este tiempo, ¿Quién sabe?, quizás Chaplin se había vuelto más arisco o prentendía pagar menos a los actores, porque hay que recordar que lo estaban echando de Estados Unidos, y en cierta manera el ya se sentía como otro norteamericanos más. El caso es que el dinero no llegaba, porque el fisco estaba encima de él y le obligaba a pagar cantidades desorbitadas, era una de las formas que tenía la caza de brujas para echar disimuladamente a la gente del país. De hecho Chaplin fue a juicio por creer que esas cantidades eran injustificadas. Logró pagar menos pero a cambio supo que no volvería a pisar Estados Unidos. El hecho es que fue obligado a embarcar en medio de la noche, a las cinco de la madrugada rumbo a Inglaterra. Solo volvió a recoger un Oscar especial del que hablaré al final, porque tiene su intrahistoria. Ese viaje relámpago fue de 24 horas, no le dejaron más.
En esta cinta, Chaplin, hace gala de sus reflexiones más profundas como cómico y artista. Toda la película resulta ser una parábola sobre el éxito, sobre un estatus efímero que al fin y al cabo termina por desvanecerse entre brumas, así muy disimuladamente. También habla sobre la busqueda de la felicidad, ya muy presentes en las películas de chaplin, con Charlot. Aunque este vagabundo no pudiese alcanzar sus metas en muchas de sus historias, siempre concluían en final felíz, cosa que no pasa en Candilejas. Si deja un buen regustillo en cuanto a que has presenciado una historia contada desde el corazón y para el corazón en la que no han tratado de engañarte, porque en definitiva los personajes vivían como los actores reales. Es una película que nos llena de vida, de amor por el arte y por sus gentes, que han dado su existencia para provocarnos una sonrisa. Es nostálgica en cuanto a que establece una parábola generacional por un mundo que toca a su fin, una era que se desbanece en el recuerdo y da paso a  otra nueva forma de entender la vida, el cine y el espectáculo.


Era capaz de poner en escena la condición humana a través de estos artistas de vodevil y hacer espectáculo de ello. Ha resumido el alma del cómico. El gran cómico se alimenta de los momentos más trágicos, un gran cómico es aquel que sufre y es capaz de reirse de su propia desgracia y condición. Si te ries incluso en los momentos más difíciles, serás capaz de hacer reir a cualquiera.
Por curiosidad, lo del oscar que recibió Chaplin fue en 1973, por la banda sonora de Candilejas, y direis que estoy equivocad, que Candilejas se estrenó en 1952. Si, es cierto, se estrenó en 1952, y mismo en España se estrenó antes que en Estados Unidos. En Estados Unidos se estreno en 1972 por primera vez, por la condición política que atravesaba Chaplin con la caza de brujas, con lo cual recogió el premio en la ceremonia del 73 en los Ángeles, gracias al colectivo de Hollywood que avogó por él, pero no pudo más que conseguir un día.
Para terminar, por último quedarme con la escena final que resume toda la película y la lanza hacia el futuro aduciendo que el espectáculo debe continuar. Tal era la generosidad de Chaplin para el arte, que sabía que su tiempo tocaba a su fín, pero ponía su confianza en el arte.

“Un peliculón como la copa de un pino” Emilio J. Pazos Brenlla.


“El fracaso no es lo importante. Para lo que en verdad se necesita coraje es para reírse de uno mismo y hacer el ridículo”. Charles Chaplin.

No hay comentarios: