Chaplin hace aquí un elogio a la humanidad que hay en cada persona sin importar su extracto social. Sin ir más lejos, él se identificaba con el papel del vagabundo. El inmortal Charlot nos ha conquistado a todos el corazón. Tiene una gran habilidad para contarnos historias de los más desfavorecidos, de aquellos que nada tienen que perder.
Relata la relación amorosa de un sin techo con una ciega y los desvelos que tiene este por complacerla।
Esta película encuadre a Chaplin como galán romántico, sin necesidad de que tenga un físico impresionante, solo por la bondad de sus actos y la grandeza de su corazón.
Extrañamente, este film es mudo, pero en una época en la que el sonido ya estaba consagrado. Fue hecha de este modo para no romper la magia del código en el que Chaplin quería mostrar la historia. Hizo algo parecido con Candilejas, pero en este caso realizó la película en blanco y negro, cuando ya estaba instutionalizado el color.
Pero en este caso fue un acierto mayúsculo, sobre todo para la escena final que pasa por ser una de los mayores monumentos de la historia del cine. Esa escena con diálogo sería una verdadera lástima. La expresión de los ojos de Chaplin al ver a la ciega en una tienda, ya con la vista recuperada, es tan tremenda. Igualmente el ver como ella sin decir nada va descubriendo que el que tiene delante es el hombre que tantas veces le ayudó, no tiene precio.
Creo firmemente que el cine mudo es una escuela buenísima para los actores de hoy en día, aprender a expresar emociones sin la participación de palabras que emborrone el contacto directo con el público o espectador, es decir, trabajar menos el texto y si las emociones que derivan de él। El guión está inspirado en el personaje de la canción de José Padilla “La violetera”, que además es el tema principal de la banda sonora. El resto es de Chaplin que solía firmar las bandas sonoras de sus películas, o por lo menos las supervisaba.
http://www.youtube.com/watch?v=ilZgLTDHb_A
No hay comentarios:
Publicar un comentario