Me parece muy oportuno en esta época de crisis, recomendar esta película y descubrir los puntos oscuros del tan alabado neoliberalismo económico. Aquella nueva idea revolucionaria que iba a cambiar el mundo para bien y sería capaz de alienarnos de nuestras preocupaciones básicas para ascender en la pirámide de la vida, aquella que inventara Maslow para explicar nuestras necesidades.
Stone tiene la necesidad de retratar los desafíos que se marca la sociedad americana, sus aciertos y sus fallos. Quizás en esta película retrata uno de los fallos más marcados del último periodo de siglo pasado, la actividad bursátil. Siempre tan llamativa, tan atractiva, como preparada por el mismo diablo para hacernos caer. Como todo en el mundo del engaño, todo sube y baja, solo se mantiene el que es partícipe de la mentira y juega con nosotros.
La crítica que quería aportar Oliver Stone, era al sistema capitalista en el que todo los bienes del planeta se amasaban en las manos de unos pocos que lo administran de manera depredadora sin importar a quien se lleven por delante. De la nueva sociedad neoliberal, ese mounstruo al que ya no se puede parar, tiene sus propias reglas, y no está dispuesto a perder la partida.
Por otra parte, Stone esconde sus verdaderas cartas, pues aunque parezca una crítica velada a su país y la forma que tiene su país y su cultura de entender el mundo, subyace en todo ello un tremendo erotismo, que atrae a todo aquel que se acerca a la película. Pues por ejemplo, la cinta causó gran sensación en los entornos Yuppies, y sobre todo en sus inberbes miembros que tomaban las máximas de Gordon Gekko, como su segunda biblia o su texto de cabezera.
La película tenía ideas tan novedosas como que la información mueve el mundo, en aquel momento, habían inventado internet, pero seguro que no se esperaban el boom de lo que es hoy, de hecho el móvil de Douglas, hoy en día pasaría por ser una cabína móvil. En los tiempos que corremos, tenemos asumidas estas ideas, este legado que nos ha dejado. La idea de la especulación, del fraude inmoviliario, del espionaje industrial, son ítems propios de nuestros días. Wall Street, ha sido una película adelantada a su tiempo y nos ha dejado otra manera de entender las finanzas, pues este no es un tema que apasione en Hollywood, y esta es una de las pocas películas que se erige de entre todas las demás. Stone domina el mundillo, porque su padre trabajó durante 35 años en la bolsa. Esta película va dedicada a él.
Todo aquello que dirige Oliver Stone, que pasa por ser el que para muchos es la piedra en el zapato de la administración americana del último tercio de siglo, va cargado de crítica. En estas últimas cintas como “World Trade Center”, más que una pluma cargada de crítica, semejaba una crítica pluma cargada. Perdió un poco de punch, se volvió como el hermano aburrido de Michael Moore, dedicado a los paseudo-documentales. Ahora, después de retratar a George W. Bush, vuelve con Michael Douglas en el papel protagonista (Gordon Gekko) por el que ganó un globo de oro y un oscar al mejor actor. La pena que te entra con estas segundas partes, (se estrenará el 8 de Octubre) es que las buenas obras es mejor a veces dejarlas como están, porque corremos el riesgo de estropearlas, o hacer caer el mito del personaje, porque Gekko, ya es un mito, es la personificación que el cine nos ofrece de un tiburón de las finanzas.
La cinta retrata un mundo gobernado por el dinero como único valor al que aspirar, sin importar los principios íntimos que puedas violar. Un mundo que te empuja a ensuciarte las manos y el alma. Precisamente, este mundo es el que se presenta en forma de sueño americano para un joven broker de la bolsa de Nueva York. Le atrae esa voracidad y esa competitividad que desprenden los negocios con especulaciones millonarias, como las que tiene Gordon Gekko.
Bud Fox (Charlie Sheen), ese joven, va adentrándose en un mundo de tiburones despiadados pensando que es una pecera que puede manejar, pero en la pecera sólo hay sitio para un escuálido, y en el mundo de este gran pez, las cosas funcionan por instinto o por dinero.
Oliver Stone se hace eco en esta película de un fenómeno que en los 80 supuso un nuevo hito en la economía en cuanto a prácticas financieras, pero que tarde o temprano se acaba pagando. Bud Fox comprende sólo al final, la pimera regla de oro en este mundillo, “Todo sueño tiene su precio”.
Frases de la película:
“Si no estás dentro, estás fuera”- Gordon Gekko.
“La codicia no es mala, ha hecho progresar al mundo”- Gordon Gekko.
“Si quieres un amigo, cómprate un perro. Esto son negocios”-Gordon Gekko.
“¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si pierde su alma a cambio?” (Mateo, 16)
Muy recomendable aunque no tengas ni idea de bolsa।
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